Capítulo 350: justicia tarde pero llegó.
Las sirenas se escucharon a lo lejos, rompiendo la tensión del ambiente con su aullido creciente. Las luces azules y rojas comenzaron a teñir las paredes oscuras de la bodega mientras varios agentes ingresaban con armas desenfundadas y linternas encendidas.
—¡Policía! ¡Nadie se mueva!
Isaac alzó las manos, identificándose como el denunciante. José Manuel retrocedió lentamente con Samuel en brazos. Claudia Álvarez bajó la cabeza, resignada. Samantha, aún forcejeando en el suelo, gritaba sin sentido, completamente fuera de control.
Dos agentes corrieron hacia ella y la esposaron sin miramientos.
—¡Ustedes no entienden! ¡Yo solo quería lo que era mío! —gritaba Samantha mientras la levantaban a la fuerza.
Eliana se acercó. Lenta, temblorosa. Samuel ya estaba en brazos de su padre, a salvo, y ahora había algo que ella necesitaba hacer. Algo que llevaba ardiendo en su pecho desde hacía demasiado tiempo.
Se detuvo frente a Samantha. La joven, al verla, intentó escupirle una sonrisa desquicia