Amanda se desplomó sobre el sofá del pequeño apartamento de Clara
El cuerpo aún le temblaba por la tensión del día, y su cerebro, por más que intentaba desconectarse, seguía reproduciendo una y otra vez la imagen de Ethan Van Ness mirándola con esa sonrisa maldita que parecía perforar tejidos, voluntades… y vergüenzas.
—No puedo creer que esto me esté pasando —murmuró, dejando caer la cabeza hacia atrás con un suspiro de esos que vienen con peso emocional incluido.
El cuero sintético del sofá crujió bajo su espalda, mientras su mirada se perdía en el techo manchado de humedad.
Clara, sentada a su lado en posición de loto con un tazón de helado entre las piernas, alzó una ceja con la experiencia de quien ha escuchado suficientes historias como para saber cuándo viene una bomba.
—¿Te refieres a que tu nuevo jefe millonario te pidió una reunión privada o a que besaste a ese mismo jefe frente a tu ex? Porque ambos temas me parecen fascinantes —dijo, clavando la cuchara con elegancia en un