GIULIA
Estoy en la ventana, apoyada en el frío del marco, mirando el jardín que ya no me parece el mío. Las flores que Fiorella plantó parecen más vivas que yo. Mi cabeza da vueltas con las palabras de Marco: “Dante no eligió al donante”, “el mercado negro”, “Riccardo”. Todo se entrelaza en una maraña de mentiras y verdades a medias que no sé cómo desenredar.
Quiero creer, deseo creer, que Dante no fue el verdugo de Luca, pero hay una parte de mí que ya no puede volver a confiar tan fácil. No después de tanto.
Siento pasos detrás y me sobresalto. Iván está en la puerta, con la seriedad de siempre. Se acerca sin prisa y se planta junto a mí, como si también él contuviera palabras pesadas.
—Iván —digo, sin mirar.
Él suspira y me mira a los ojos, directo.
—Máximo me contó lo que pasó en el sótano. Marco estuvo rondando la casa y terminó encadenado. Quiero que me expliques tú, Giulia. Quiero me digas todo lo que él te dijo.
Respiro hondo. No es un buen momento para mentiras.
Le cuento to