El aire del bosque estaba cargado de electricidad. Cassian avanzaba entre la maleza, la forma de lobo descomunal se reducía mientras recuperaba su forma humana, dejando ver al alfa humano, imponente y decidido, con la mandíbula tensa y los ojos ardiendo en un dorado furioso. Frente a él, Dorian sostenía la mirada, sereno pero desafiante, con un brillo peligroso en los ojos que decía claramente que no iba a retroceder.
—¿Cómo te atreves? —gruñó Cassian, cada palabra como un filo de cuchillo—. ¡Cómo pudiste darle tu sangre a ella! ¿Acaso no entiendes lo que acabas de hacer?
—Era necesario —replicó Dorian con calma, aunque cada músculo de su cuerpo estaba preparado para la confrontación—. Si no lo hacía, habría muerto, ¿eso quieres, maldito imbécil?
Cassian gruñó mientras sus hombros se tensaban al igual que sus puños. Era consciente de la verdad en las palabras de Dorian. Sabía que era cierto, que no había otra opción, pero la rabia no disminuía. La sangre de Dorian en Lia era un lazo q