Mundo ficciónIniciar sesiónLa casa estaba envuelta en un silencio inusual. El reloj del comedor marcaba las seis de la tarde y el sol descendía lentamente, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas que se filtraban por las cortinas. Emma seguía de pie frente a la mesa, con los papeles entre sus manos temblorosas, sin poder apartar la mirada del título que encabezaba el documento.
—¿Qué es esto, Violeta? —preguntó finalmente, con voz temblorosa.
Violeta permanecía inmóvil, de pie junto a la ventana. La luz del atardecer iluminaba su rostro, y por un instante, Emma notó lo cansada que se veía. Había algo en sus ojos que no había percibido antes: un cansancio profundo, mezclado con culpa.
—Es el contrato que firmé con Liam —respondió al fin, girándose hacia ella con lentitud. Su voz era un susurro, casi como si le doliera decirlo.
Emma frunció el ceño, confundida.
—¿Contrato? ¿Por qué harías algo así?







