Mundo ficciónIniciar sesiónEl fin de semana en el lago parecía una escapada sacada de un sueño. El aire olía a tierra húmeda y a pino, y el viento que corría entre los árboles hacía que las hojas cantaran con un murmullo apacible. Después de un día de caminatas tranquilas y risas, Harry tenía preparada una sorpresa.
Emma, ajena a los planes de él, salió de la ducha con una bata ligera y el cabello suelto, secándose con una toalla mientras tarareaba una canción. De pronto, notó un suave resplandor filtrarse por debajo de la puerta. Cuando la abrió, se encontró con el salón tenuemente iluminado por velas. La mesa estaba decorada con flores silvestres, platos servidos y dos copas de vino sin alcohol.
Harry, de pie junto a la chimenea, la observó con una sonrisa que derretía el alma. Llevaba una camisa blanca, remangada hasta los codos, y el cabello un poco despeinado.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Emma, con el corazón acelerado.
—Una cena para







