El sol entraba por las amplias ventanas del despacho cuando Liam la llamó para explicarle el nuevo rumbo que tomaría su trabajo. Violeta había dormido poco aquella noche; aún procesaba todo lo ocurrido en la competencia, las palabras que él le había dicho y la mirada que la había dejado sin aire.
Ahora, frente a él, se sentía un poco fuera de lugar. No estaba en el hospital ni en su pequeño apartamento, sino en la oficina del presidente de Rothwell Enterprises, rodeada de cristales, madera oscura y el suave perfume de café recién hecho.
Liam estaba sentado detrás del escritorio, revisando algunos documentos. Vestía un traje gris claro que contrastaba con el tono de sus ojos. Cuando levantó la mirada, la observó con una sonrisa que logró desarmarla.
—Pasa, Vi —le dijo, señalando el asiento frente a él.
Ella se acomodó con las manos entrelazadas, intentando parecer tranquila.
—Quería explicarte cómo funcionará todo a partir de ahora —empezó él, con su tono sereno y profesional, aunque h