Sofía quedó paralizada, el celular temblando aún en su mano. La noticia era imposible de asimilar: su padre había sido sentenciado a muerte. El mundo se derrumbaba a su alrededor.
El miedo y la urgencia la hicieron reaccionar. Con dedos temblorosos se calzó los tacones, tomó las llaves del auto y su bolso, y bajó corriendo las escaleras. En la sala, Anna, Sonia y Valentina conversaban como si nada pasara. Sofía apenas les lanzó una mirada fugaz .
Entonces, Brian apareció en el umbral de su estudio. Sus ojos se clavaron en ella como cuchillas, y en un segundo le bloqueó el paso, sujetándola del brazo con una fuerza brutal.
Sofía se detuvo en seco, sorprendida por la furia que ardía en su mirada.
—¿Adónde crees que vas, Sofía? —su voz era un filo en el aire—. ¿O es que corres a revolcarte con Antonio?
Las palabras la golpearon como un puñetazo. No podía creer que, en ese momento, Brian solo pensara en acusarla injustamente. Su respiración se aceleró; la urgencia de lo que debía hacer su