Brian fue el primero en reaccionar. Al ver a Sofía, su cuerpo comenzó a temblar levemente, incapaz de creer lo que tenía frente a los ojos. Ella estaba viva. Después del disparo que él mismo le había dado, después de cargar con la certeza de su muerte, ahora estaba allí, de pie, con un brillo de vida en la mirada.
Por un instante, el alivio recorrió su pecho y su corazón latió con fuerza, como si la esperanza de una segunda oportunidad le fuera concedida. Pero ese alivio se desmoronó en cuanto se encontró con la mirada de Sofía: fría, dura, cargada de odio. Su corazón dio un vuelco. Quiso explicarse, decirle que todo había sido un error, una estupidez de la que se arrepentía cada día… pero ya era tarde. Si ella estaba con vida, él estaba acabado.
Anna, a unos pasos detrás de él, se quedó paralizada. Su expresión se endureció con un rictus de incredulidad y desprecio. El simple hecho de ver a Sofía allí, radiante al lado de Antonio, le revolvía el estómago. Cerró los puños con tal fuer