Capítulo 76: Espero que cuando todo esto acabe, decidas quedarte.
Valeria se quedó un segundo mirando fijamente la caja azul de terciopelo que yacía inerte sobre la alfombra, como si fuera un artefacto alienígena que acabara de aterrizar a sus pies.
Mi corazón dejó de latir. Literalmente. Sentí que el órgano me había abandonado, huyendo de mi pecho para no presenciar mi inminente humillación. Por favor, que no la abra. Por favor, que no pregunte…
Ella flexionó las rodillas y se agachó con una lentitud tortuosa, sosteniendo con una mano el borde de su toalla blanca con sumo cuidado para evitar cualquier accidente indecente. Mis ojos, traidores, no sabían si mirar el objeto maldito o la curva de sus piernas expuestas.
Sus dedos largos recogieron la caja. Se incorporó y me la extendió.
—Se te cayó algo, señor Han —dijo.
Su tono era serio, casi formal, pero noté ese brillo característico en sus ojos, esa pizca de broma que usaba cuando me ganaba una discusión en la oficina.
Por dentro estaba petrificado. Era una estatua de hielo y pánico puro. Mis manos