—¿Qué? —repitió Karla, su voz un hilo de confusión.
—Nos casamos porque no pudimos esperar más. —Adrián llegó al rescate. Su movimiento fue fluido, calculado. Se puso al lado de Valeria y, con un gesto posesivo y tranquilizador, la abrazó por el hombro, atrayéndola contra su costado.
Valeria se puso rígida al contacto, pero no lo apartó.
—Yo amo a tu hermana —dijo Adrián, su voz sonando profunda y dolorosamente sincera. Su mirada no se apartó de Karla—. Y la razón por la que nos casamos así, sin fiestas, sin anillos... es porque todo lo que ha pasado estos últimos días me hizo darme cuenta de lo mucho que la amo.
Hizo una pausa, como si le costara admitirlo.
—Y lo mucho que dependo de ella. Perderla solo por unos días... —la apretó más contra él— me hizo entrar en pánico. No me imagino una vida sin ella.
Valeria, que había estado mirando a Karla en estado de shock, giró la cabeza para mirarlo. Sus ojos lo examinaban, confundida. ¿Qué estaba haciendo? Él estaba tejiendo una mentira tan