El silencio después de la revelación de Adrián fue espeso. Valeria aprovechó la momentánea tregua. Se acercó a su hermana, cuya furia se había disipado, dejando solo una profunda confusión.
—Karla... —dijo suavemente. Valeria la tomó por ambas manos. Las manos de Karla estaban frías—. No es necesario que te preocupes por mí.
Karla levantó la vista.
—Además, por fin soy feliz. —Valeria se obligó a sonreír, una sonrisa que esperaba llegara a sus ojos—. Adrián es un hombre maravilloso. Es lo que siempre has querido para mí, ¿no?
A Karla se le aguaron los ojos. La mención de sus deseos, de sus esperanzas para su hermana mayor, la desarmó por completo. Asintió, incapaz de hablar, y la abrazó. Fue un abrazo con fuerza, uno que decía "perdóname por dudar" y "protégete" al mismo tiempo. Valeria le devolvió el abrazo, cerrando los ojos, sintiendo el peso de la mentira sobre sus hombros.
Luego se separaron.
—Bueno... —soltó Karla, limpiándose una lágrima traicionera—. Es mejor que me vaya. No q