El silencio en el penthouse era tan tenso que parecía a punto de romperse.
Valeria y Adrián se miraron las caras en una fracción de segundo. Fue una mirada de puro pánico compartido. Ella sintió que se le secaba la boca.
—Ehh...
Valeria intentó desesperadamente disimular, forzando una sonrisa que le pareció una mueca horrible. Dio un paso tentativo hacia su hermana.
—Hermana. Qué bueno verte. No... no esperaba tu visita, ¿está todo bien?
Karla se enfureció. Su brazo, que aún sostenía el teléfono como evidencia, tembló.
—No me quites el tema, Valeria —dijo, su voz baja y peligrosa—. No intentes cambiar la conversación. Dime de una vez. ¿Qué estaban haciendo ustedes dos saliendo de un juzgado? ¿Los dos solos?
Valeria abrió la boca, pero no salió ningún sonido. ¿Qué le decía? Hola, hermana, me casé por acuerdo con mi jefe por un simple impulso, ¿qué tal tu clase de pilates?
Antes de que el silencio se volviera más acusador, Adrián interrumpió, su tono irritantemente casual.
—Bueno, técni