Capítulo Sesenta y Tres. El umbral de las decisiones.
Lyra abrió la puerta.
Era Kael.
Llevaba una copa de vino en la mano, aún vestido con la ropa de entrenamiento, el cabello revuelto y los ojos más cansados que de costumbre. Aun así, se obligó a sonreír. No con los labios. Con el corazón que todavía le pertenecía… al menos en parte.
—¿Puedo pasar? —preguntó.
Ella asintió, moviéndose apenas para abrirle paso. La carta de Serena seguía abierta sobre la mesa. El cuaderno también.
Kael la notó, pero no preguntó.
—Solene me dijo que propuso una celebración —comentó, intentando sonar casual mientras dejaba la copa sin tocar—. No sé si es buena idea, pero… tal vez todos necesitamos una noche para recordar por qué seguimos luchando.
Lyra se cruzó de brazos.
—¿Y tú? ¿Qué necesitas, Kael?
Él se quedó en silencio por unos segundos. Luego respondió sin rodeos:
—Necesito que vuelvas a ser mi Luna. Que seas completamente mía.
Las palabras cayeron como piedra en agua quieta. Lyra sintió la culpa a