Capítulo Sesenta y Cuatro. El beso bajo la máscara.
El gran salón del castillo resplandecía como un sueño tejido por manos antiguas. La luz de cientos de velas flotaba sobre los invitados como estrellas cautivas. Cortinas de terciopelo oscuro ondeaban suavemente con la brisa nocturna, y la música llenaba el aire con un ritmo cadencioso, casi hechizante.
Era la noche del Baile de las Máscaras de la Luna Nueva, una tradición recuperada para celebrar la esperanza… o para esconder los deseos que nadie se atrevía a pronunciar.
Lyra llegó tarde.
Vestía un vestido negro de gasa que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel y se abría desde la cintura como alas oscuras. Su máscara plateada cubría la parte superior del rostro, con bordes finamente grabados que semejaban pequeñas lunas. Solo sus labios desnudos eran reconocibles, y aun así… nadie se atrevía a acercarse. Parecía más un presagio que una invitación.
Ella caminó entre los invitados sin buscar a nadie, pero sintiéndose buscada.
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