La mansión Aslan amaneció en silencio, pero para Nehir Karaman aquel silencio era un ruido ensordecedor. No por el juicio ni por el Ministerio Invisible. Por algo más cercano, más íntimo: la desconfianza.
A las siete de la mañana, encontró un sobre sin remitente sobre la mesa del despacho. Dentro, una carta mecanografiada y un puñado de fotografías. Al sacarlas, descubrió imágenes de Mirza:
* En un prostíbulo de Estambul, rodeado de varias mujeres de lujosos vestidos.
* En una reunión a altas horas de la noche con hombres de rostro duro, sentados alrededor de una mesa llena de botellas de whiskey y fajos de billetes.
* Abrazando a un hombre al que no reconocía, pero cuyo rostro llevaba tatuajes de calavera y serpientes.
Sus manos temblaron mientras sacaba la carta:
“Señora Karaman:
Si creía que tu aliado era un inocente magnate, esto le contará otra historia. Mirza Aslan, Capo de la familia Aslanoglu, controla media Estambul. Estas fotos son solo el principio.
—Leyla Kara.”