La mañana siguiente amaneció fría y gris. El sonido del tráfico y los murmullos de la ciudad parecían quedar atrapados en la niebla que cubría las calles de Nueva York. Samantha Ortega se sentó en su pequeño apartamento, mirando el café humeante que descansaba en su mesa, pero no podía concentrarse en nada. A pesar de la quietud de la mañana, su mente no dejaba de dar vueltas a los eventos de ayer. Los documentos, la mirada de Alexander, la mención de Ricardo Delgado... todo eso la había dejado con más preguntas que respuestas.
Había algo oscuro en Vaughn Enterprises, algo que ella sentía en el aire cada vez que estaba cerca de Alexander. Las palabras que él le había dicho antes de que se retirara a su oficina esa mañana seguían resonando en su cabeza. "El pasado tiene una forma de alcanzarte sin que lo esperes." ¿Qué quería decir con eso? Pensaba, mientras se frotaba la sien, intentando ordenar sus pensamientos. No podía dejar de preguntarse si Alexander estaba hablando de sí mismo,