El aire se volvía más denso a medida que Samantha avanzaba. El paisaje desolado comenzaba a transformarse lentamente en lo que parecían los vestigios de una ciudad antigua. Las estructuras, aunque deterioradas por el tiempo y la oscuridad, aún conservaban un aire de grandeza. Columnas quebradas, arcos caídos y estatuas erosionadas por siglos de abandono emergían de la neblina que se cernía sobre el lugar. Era un sitio que había sido importante alguna vez, pero ahora solo quedaban ruinas y un silencio inquietante.
A medida que caminaba, su mente no dejaba de repetirse las palabras del hombre misterioso.
"El Velo ha comenzado a desmoronarse."
Había restaurado el equilibrio, o al menos eso había creído. Pero si lo que aquel hombre decía era cierto, entonces su victoria no había sido más que una ilusión. Había salvado el Velo, sí, pero al hacerlo, también había abierto la puerta a algo más, algo que no comprendía del todo.
Samantha ajustó la empuñadura de su daga y siguió avanzando. No po