Ambos se quedaron mirando por una eternidad, el corazón de cada uno marchó a un ritmo desenfrenado, sus pulmones se pusieron de acuerdo para no recibir el aire y su mundo se estremeció tan fuerte que todo ellos se desequilibraron.
Cinco años, habían pasado cinco años sin verse y ahora estaban ahí uno frente al otro sintiendo un millón de emociones en las que el resentimiento era el que más dominaba. ¿Cómo la vida se la podía estar jugando de esa manera? Se preguntó cada uno sin poder creer todavía que estaban ahí, en el mismo lugar y tan cerca después de tanto tiempo.
―Que envidia. ―Un hombre que estaba justo en medio se puso en pie así terminando con esa mirada sin fin que se estaban dando y que para los demás fue solo un segundo. ―Intenté conseguir reservación para su restaurante y no hay hasta dentro de dos años. ―El hombre le tendió la mano. ―¿No hay posibilidades de que venga a trabajar para mí? ―Bromeó obligándola a reaccionar.
―Soy muy leal, dudo mucho que abandone a quienes