―Atrás de mí. ―Aden se puso en pie. ―¿Qué hace aquí? ―Miró al hombre que sin importar empujó a la mujer que trataba de detenerlo.
―Háganse a un lado y nadie saldrá herido. ―Le tendió una carpeta. ―No tienen por qué estar en este fuego cruzado, dennos al niño y olvidaremos todo esto. ―Ana bastante nerviosa marcó el número de su marido.
―¿Qué sucede, tormenta? ―Kalen paró la junta, su mujer jamás lo llama cuando sabe que está en junta.
―No te daremos al niño. ―Sentenció Aden alarmando a Kalen. ―Abraham ahora está protegido por las autoridades de Mónaco, y nosotros tenemos a Inglaterra y España como aliados, no les conviene hacer una estupidez. ―Se negó a tomar la carpeta.
―Bien, entonces lo quieren todo por las malas. ―El hombre tiró la carpeta en el suelo y dando media vuelta se marchó. ―Absténganse a las consecuencias, se han metido en un problema que no les pertenecía. ―Ana al mirar el móvil ya su marido no estaba en línea.
―¿Pueden hacer esto? ―Ana miró con preocupación al homb