No hubo infidelidad, pero sí discordia. Kalen y Ana estaban pasando por un momento de tensión ya que cada uno quería poner en claro su punto.
―¿Qué siente usted? ―El hombre miró a Ana.
―Siento que él me culpa por haber tenido dudas. ―Kalen la miró con la mandíbula apretada. ―Siento que de alguna manera está decepcionado de mí por actuar de manera totalmente justificada, ¡No sabía lo que estaba pasando!
―Sería un idiøta si hiciera eso. ―La miró de frente. ―Por el amor de Dios, mujer, ¿Cómo te voy a culpar por algo así? ―Gruñó. ―Solo me dolió el saber que estabas dispuesta a dejarme, es todo. ―El doctor lamió sus labios.
―Se supone que ella no sabía nada, ¿Por qué lo alteró tanto una actitud que era esperada? ―Kalen desvió la mirada.
―Porque en algún punto consideré que ella confiaba ciegamente en mí. ―Confesó ya harto de darle tantas vueltas a la situación. ―Yo creí que ese era nuestro fuerte, jamás dudar por muy malas que estuvieran las cosas. ―Ana lo miró impresionada. ―Desde qu