Ana miró a su alrededor y no podía dejar de sonreír, el recordar que cuando fue a la clínica de salud mental todo lo veía tan oscuro y triste, se le hacía impresionante como ahora todo estaba lleno de color y más emocionante que nunca.
―¿A dónde me llevas? ―Lo miró con la ceja enarcada.
―¿No puedo robarme a mi mujer por un rato? ―Acarició su pierna. ―Solo daremos un par de vueltas, muero por pasar tiempo contigo.
―Nuestra hija te matará por secuestrar a su mami. ―Bromeó riéndose.
―Me dio permiso y lo tengo por escrito. ―Kalen sacó un papel de la guantera y se lo dio. ―Puedes leerlo si gustas, eres mía hasta las diecinueve horas. ―Ana rápidamente desdobló el papel.
―Tienes el permiso de llevarte a mami hasta las diecinueve horas, ni un segundo más. ―Ana carcajeó al ver la firma chueca de su hija con un corazón que parecía más un círculo distorsionado. ―Ustedes dos son cortados por la misma tijera, ¿Acaso creen que soy una propiedad o qué?
―Digamos que a ninguno de los dos nos gusta per