Capítulo 54 Súbete
—No puedes hablar en serio —le dije—. ¿Quieres dejarme sola en esta cama?

Esperé que se riera con esa risa oscura suya, que me dijera que era broma. Pero lo vi en sus ojos: en verdad lo decía en serio. No había ese brillo burlón, ni rastro de arrogancia o travesura, solo esa frialdad que parecía mantener algo enterrado bajo control.

Le apreté la mano. —No te vas a ningún lado.

—Solana, escucha...

—No, escucha. Te he obedecido toda la noche mientras me dabas órdenes como un general. Ahora es mi turno. —Le tiré de la mano con más fuerza—. Métete en la maldita cama, Nicolás.

Eso le provocó una sonrisa.

—Salvaje —dijo—. Me gustó eso. Repítelo.

—No estoy jugando. —Mantuve mi mano cerrada alrededor de la suya, sin ceder—. No hagas de esto un chiste.

Su sonrisa persistió, pero algo cambió detrás de ella, algo más silencioso y frágil. No era debilidad, eso jamás en Nicolás, sino algo distinto... ¿miedo acaso?

Di un paso hacia él y lo rodeé con mis brazos por la cintura, apoyando la cabeza cont
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