Me pasé todo el sábado tratando de hacer que Nicolás hablara sobre Lidia. Cualquiera pensaría que le pedí que abriera el puño de Thanos con una lima de uñas.
Es agotador. Siento como si estuviera bailando entre minas terrestres con cada mención casual de su infancia. Mi curiosidad me está royendo por dentro, pero la experiencia me dice que debo andar con cuidado. Las pocas veces que su nombre se ha deslizado en nuestras conversaciones, Nicolás se ha cerrado o ha cambiado de tema.
Pero tengo preguntas. Muchas preguntas. ¿Lidia es su hermana? ¿Una prima? ¿Una niña de hogar temporal que se quedó demasiado tiempo? ¿Era una niña o mayor? ¿Qué pasó exactamente que tiene relación con la obsesión de Fernando por un bebé?
Mastico estas preguntas como si fueran chicle rancio. Y Nicolás, con toda su enloquecedora contención, sigue soltando fragmentos. Una referencia aquí. Una referencia allá. Apuesto a que es el tipo de persona que te dice que un amigo se está divorciando y luego dice que no preg