Punto de Vista de Nicolás
Podía escuchar a Héctor vomitando en el baño, cada arcada me recordaba que la noche anterior había sido todo un éxito. Esa era la señal de que la despedida de soltero había valido la pena: cuando el novio despertaba hecho pedazos, con una resaca terrible y empezando a dudar de todas las decisiones que lo habían llevado hasta ahí.
Ambos habíamos llegado tarde. Mucho después de que acabara la cena de ensayo. Lo que empezó como una fiesta se había vuelto algo completamente diferente: tragos de cosas que no podía ni identificar, padrinos y desconocidos arrastrándoNOS hacia distintos rincones del bar, música tan fuerte que era imposible pensar con claridad. Siempre había tenido buen estómago para el alcohol. Pero esa noche incluso yo había llegado al límite.
Ahora estaba tirado en el sofá de la habitación de Héctor, con una pierna colgando del borde, medio tapado con una manta que no recordaba haber tomado. El aire acondicionado zumbaba y hacía demasiado frío. La l