En la cabaña de Ramiro, el ambiente era una mezcla de tensión y preparación. Lucas, aunque aún con el hombro vendado, había aportado sus conocimientos tácticos, señalando rutas alternativas y puntos ciegos en los mapas. Elena, con una determinación inquebrantable, se había enfocado en los detalles logísticos, su mente de abogada desmenuzando cada paso del plan.
—El muelle viejo es una trampa si no sabes por dónde pisas —explicó Lucas, su voz aún un poco áspera por el dolor, mientras señalaba un punto en el mapa que Ramiro había extendido sobre la mesa —Hay ojos por todas partes.
—Pero no en las sombras —replicó Ramiro, sus ojos brillando con astucia—. Y Elena será una sombra más.
La anciana del pueblo, una mujer m