Oscuridad. Respiración agitada. El tacto áspero del concreto frío bajo su piel.Así despertó Olivia.
El latido en su sien era un tambor sin compás. Le dolía la cabeza, como si el mundo hubiera colapsado sobre ella. Intentó moverse, pero sus muñecas estaban atadas, con un lazo plástico que cortaba la circulación. El aire olía a humedad, a encierro… a peligro.
Entonces, una voz rompió el silencio. Suave. Femenina. Familiar, pero deformada por un rencor que Olivia no sabía que existía.
—Hola… hermanita.
El mundo se detuvo.
Olivia gir