Mundo ficciónIniciar sesiónEl piso cincuenta del rascacielos Blackwood era un santuario de poder y aislamiento. Desde la oficina de Damien, la ciudad parecía un tablero de luces que se extendía hasta el infinito, cada calle, cada edificio, cada sombra un testigo silencioso de sus movimientos. El cristal espejado de los ventanales reflejaba su figura solitaria, dominante, y al mismo tiempo vulnerable, atrapada entre el mundo de números y decisiones que debía controlar y el universo íntimo que Sophie había empezado a ocupar en su mente.
El escritorio de ónix negro era una extensión de él: firme, imponente y perfectamente ordenado, salvo por la tableta encendida, las pantallas con reportes de la fusión internacional y el teléfono que sostenía con la mano derecha. Su otra mano, apoyada sobre el mármol pulido, estaba tensa, los dedos tamborileando ligeramente mientras hablaba por la línea internacional, discuti







