Bruno Delacroix
Dejé a Cindy y me pasé por el puerto a recibir un cargamento exprés, algo urgente que necesitaba mi presencia por los barriles camuflados que transportaban armamento de los Lobos de Hierro.
Me encontraba en el aeródromo, una brisa cálida de la noche rozaba mi rostro mientras el rugir de los motores del jet privado que estaba esperando comenzaba a llenar el aire. Todo estaba en su lugar. Había recibido una llamada urgente de Thor, mi primo, y si él quería hablar conmigo, era porque la situación era grave. Estaba a punto de subir al avión cuando, justo en ese momento, mi teléfono vibró en el bolsillo de mi chaqueta. Miré la pantalla: era uno de mis hombres. Estuve a punto de no contestar, pensaba que no podía permitirme distracciones en ese momento, pero algo me decía que debía atender.
—¿Qué pasa? —respondí en un tono que dejaba claro que no tenía tiempo para juegos.
—Jefe, ha habido un intento de secuestro. A la señorita Cindy... —su voz vaciló un poco antes de continu