Subtítulo:
“Donde la fuerza nace de la ternura y el deseo se mezcla con la vida que crece.”
El bosque seguía respirando calma, pero dentro de la cabaña la vida florecía con cada latido. Ariadna se miró al espejo de cuerpo entero que Kael había colocado cerca de la ventana. Su vientre ya se notaba, suave pero firme, redondeándose con la promesa de dos corazones que latían dentro de ella. Se tocó la pancita con ambas manos, una sonrisa involuntaria escapando de sus labios.
Kael, recostado contra el marco de la puerta, la observaba como si contemplara la luna misma. Sus ojos brillaban, y en su mirada no había solo deseo, había adoración pura.
—Te ves hermosa… —murmuró, caminando lentamente hacia ella.
Ariadna rodó los ojos con una risa suave.
—Estás exagerando… me siento hinchada, lenta…
Kael se colocó detrás de ella, envolviendo su cintura con sus brazos, dejando que sus manos descansaran sobre su vientre.
—Hinchas mi mundo, no tu cuerpo —susurró contra su cuello—. Mira lo que llevas d