Adrianna volvió a se habitación, se sentó a escribir una nueva entrada en su diario:
Esa noche, como cada ves que se sentía triste es rubia en su diario. Pero está vez era distinto. Adrianna se sentó a escribir una nueva entrada en su diario, y o era tristeza era esperanza. Era una nueva mujer escribiendo feliz, en las líneas donde antes escribió dolor.
"Querido tiempo:
Gracias por no rendirte conmigo.
Gracias por dejarme llegar aquí, incluso después de todo.
Hoy me miré al espejo y vi a una mujer que no se avergüenza.
Vi cicatrices, sí. Pero también vi valor.
Y, sobre todo…
Vi amor.
Uno que empieza desde dentro.
Y que, si Dios lo permite, florecerá hacia afuera, hacia los brazos de quien se quede cuando la tormenta pase.
Ese hombre… ya está aquí."
Dejo de escribir y suspiró profundo.
—Paolo. —susurró y sonrió.
Cerró el cuaderno. Apagó la luz. Y por primera vez, durmió con el corazón ligero.
Al día siguiente, la ciudad amaneció con un cielo despejado que anunciaba un día perfecto. Er