Natalia observaba la escena desde lejos con los ojos llenos de lágrimas que no se atrevía a dejar salir. Paolo llegó y la rodeó con un brazo.
—Tía, ¿Ese es nuestro nuevo abuelo? —preguntó el pequeño.
Natalia se puso a su altura y resplndió.
—Asi es mi vida. Ese hombre también es tu abuelo. Y los ama mucho.
Paolo Marccetti, escuchó esas palabras y sintió una extraña conexión con Paolo niño. Y por quinta ocasión los miraba y el semblante de Claudio está ahí en cada uno de ellos. Sonrió y se acercó a Natalia.
—La vida tiene formas muy extrañas de sanar. —dijo él en voz baja.
—Sí… pero también tiene momentos hermosos como este. —respondió ella.
—Asi es. Y ella lo merece. —respondió Natalia mirando la escena.
Más tarde, en la sala principal
La familia compartía el almuerzo como si el tiempo no hubiera sido una brecha tan dolorosa. Había conversaciones cruzadas, miradas cómplices, silencios compartidos que ya no dolían tanto.
—Abuelo, tenemos una competencia de ajedrez, ahora ya podemos seg