Capítulo 104 —Digno heredero
Narrador:
El día era gris, con ese cielo encapotado que parecía presagiar problemas. Eros llegó al cementerio, acompañado por Leonardo y otros dos hombres. Vestía de negro, con gafas de sol, sin abrigo, como si el frío no le importara. Caminaba con pasos largos, decididos, y no necesitaba decir ni una palabra para que todos se apartaran a su paso.
El encargado del cementerio, un hombre mayor de gesto nervioso, lo esperaba junto a la oficina administrativa. Apenas lo vio acercarse, tragó saliva y se frotó las manos.
—Doctor Escalante... Su llamada no fue esclarecedora, ¿a que debo su visita? —balbuceó.
Eros no se detuvo a saludar. Fue directo al grano.
—Quiero que la tumba de mi abuela esté junto a las de mi madre y mi abuelo. Ese fue su deseo y es lo que se va a cumplir.
El hombre se removió incómodo.
—Sí, sí, claro... entiendo, pero... hay un problema. Ya hay dos tumbas en ese espacio. Se ocupó hace un par de años. Técnicamente, ya no hay lugar allí.
Eros