Capítulo 103 —La primera tarea
Narrador:
Mientras Roman sonreía, con la mirada brillando de ternura por el hijo que venía en camino, Aylin, acurrucada a su lado, aún sentía el corazón hecho un nudo. Los sentimientos se le cruzaban en el pecho como cuchillas: la muerte de su abuela, el milagro de una nueva vida, el cansancio, el dolor, la esperanza… un caos que apenas podía poner en palabras.
Pero en la mansión, las cosas se vivían distinto.
Eros estaba sentado en la cocina, en una de las sillas altas junto a la barra. Tenía el teléfono pegado al oído y los ojos perdidos en un punto muerto, como si estuviera viendo a través del mármol, de las paredes, de sí mismo. El dolor se le notaba en los hombros caídos, en la respiración contenida, en la mano libre cerrada con fuerza sobre la mesa.
Del otro lado de la línea, la voz de Roman llegaba firme, pero cargada de tristeza.
—... no tengo que decirte cuánto lo lamento, Eros —dijo el Diablo —Pero ahora tienes que ser fuerte. Por tu hermana, y