Capítulo 115 —Quebrarse juntos
Narrador:
El sacerdote invitó a entrar a la capilla, dond ehabía sido depositado el ataud, antes de llevarlo a la tumba. El salón estaba tenuemente iluminado. No había flores excesivas, ni discursos grandilocuentes. Solo una caja sobria, cerrada, en el centro de la habitación, y algunos sillones dispuestos en semicírculo. El ambiente era silencioso, interrumpido solo por el crujir ocasional de una silla o el sonido apagado de alguna respiración entrecortada. Aylin estaba sentada junto a Roman, con las manos entrelazadas sobre el regazo. Su rostro era sereno, aunque los ojos enrojecidos hablaban por sí solos. Sasha la acompañaba en silencio, cerca, sin decir mucho. Sabía que a veces el consuelo no estaba en las palabras, sino en la presencia. Eros permanecía de pie, apoyado en una de las columnas, con la mirada fija en el ataúd. No se había movido en varios minutos. Parecía estar en otro lugar. O en otro tiempo. Dominic cruzó la sala con dos vasos de agu