Capítulo 105 —Las órdenes del Cuervo
Narrador:
El sol ya comenzaba a caer cuando Eros llegó al cementerio. La brisa era tibia, pero el ambiente se sentía tenso, como si el suelo supiera que algo importante estaba por suceder. Desde la entrada, se escuchaba el ruido de las máquinas trabajando: palas mecánicas, operarios moviendo tierra y tumbas siendo trasladadas con respeto, pero con prisa. El encargado del cementerio lo esperaba junto al portón, nervioso, pero más obediente que antes.
—Doctor Escalante —saludó inclinando apenas la cabeza —Ya comenzamos con la reubicación. Las familias fueron notificadas. Tuvimos algunas quejas, pero… nada que no se pueda manejar.
Eros no respondió enseguida. Caminó entre las hileras de cruces y lápidas con paso firme, sus zapatos marcando un ritmo que parecía ordenar el caos. Al llegar al lugar donde antes descansaban dos tumbas, ahora se veía una porción de tierra limpia, abierta, delimitada con precisión. A un costado, los trabajadores seguían en