Después de maniobrar con todo lo que pudieron por unos cuantos minutos, por fin habían logrado estabilizar a Alejandra de nuevo. Ella seguía inconsciente, no se daba cuenta de nada, y ni siquiera habia podido ver a sus lobeznos nacer. — ¡Pronto, saquemos al último cachorro, ruego a la diosa luna que nos lo deje con vida, ya pasó mucho tiempo y no se escuchan casi sus latidos! El doctor hizo las maniobras para sacar a la criatura. Pero el lobezno de cabellos negros como el padre, el mismo tono de piel y las idénticas facciones del rey, no respondía a ningún estímulo. — !El cachorro no responde, no respira, creo que lo hemos perdido! — El pediatra dentro de su control como medico estaba desesperado por hacer reaccionar al lobito. — ¡Intenta con compresiones en el pecho, que no sean tan fuertes o le romperás las costillas! — ¡Este cachorro está herido, creo que fue el que más golpes recibió con la caída de la luna, está... Muerto! — ¡Cállate sigue intentando que vuelva,
El Alfa llegaba al río con la beta, ella se fingía estar en los últimos momentos de vida, trataba de entretenerlo para que él no recordara que tenía que regresar. — Es hermoso este lugar, gracias por traerme Leonardo, nunca voy a dejar de agradecerte lo bueno que eres conmigo. En ese momento, gruesas gotas de lluvia comenzaron a caer. El Alfa buscó con la mirada donde refugiarse, encontrando la vieja cabaña que estaba ahí desde hacía muchos años. — ¡Tenemos que refugiarnos, está lluvia te puede hacer daño! — El rey cargó hasta la vieja casa a la beta. La puso en el piso de pie para inspeccionar el lugar. — Estoy toda mojada, creo que... Me quitaré este vestido. — La loba fue desvistiéndose frente al Alfa sin pudor alguno hasta quedar desnuda. — ¿Qué haces? !Cubrete Esmeralda! — El Alfa intentó poner una sábana en la espalda de la beta, Pero ella se negó. — ¿Por qué no me miras? Sé que te gustó Leonardo, que tienes sentimientos por mí, de no ser así no habrías estado
Las miradas verde mar de los Alfas se cruzaron por unos momentos. — ¿Qué estás diciendo? ¿Qué le pasó a mi luna? Habla Petya, ¿Cómo están los cachorros? — El Alfa estaba exaltado. No podía ser verdad que Alejandra y sus hijos estuvieran tan mal. — ¡Encontraron a mi cuñada en el fondo de un puente, unos estudiantes la ayudaron y la llevaron al hospital, pero como podrás imaginarte ella estaba muy mal herida, Angelino piensa que alguien quiso matarlos para deshacerse de ellos! ¿Quizás fuiste tu mismo Leonardo? ¿Quizás por qué te estorban para hacer a tu amante tu luna? El menor de los hermanos estaba furioso e indignado, era por eso que no midió las consecuencias al hablarle así a su hermano mayor, que después de todo era su rey. — ¡¿Cómo te atreves a insinuar que yo puedo intentar asesinar a mis propios cachorros y a mi luna?! Los ojos del Alfa brillaron con furia, se podía ver qué su lobo estaba por salir, y si eso ocurría el Alfa Petya podía perder la vida. Afortunad
Esa noche oscura y lluviosa, la jóven luna de la manada Luna Plateada había sido prácticamente arrastrada al hospital que el Alfa había fundado con los mejores equipos. Debía donar de nuevo de su sangre como cada vez que la amiga de la infancia de su Alfa lo requiriera. Alejandra Montes de Oca, fué traída por el beta de su esposo en medio de la noche por una crisis que había tenido Esmeralda, la conocida amante de su Alfa. Aunque ella se había negado un par de veces a seguir siendo usada para que la causante de su desdicha se curara, era inútil. El Alfa tenía la manera de obligarla sin importarle su salud o su opinión, mucho menos sus sentimientos. La jóven de diecinueve años de piel clara y cabello color chocolate veía llegar a su marido sosteniendo del brazo a la mujer que aunque pálida, sin duda seguía siendo bella. Ellos estaban ahí, se les podía ver tan cercanos, incluso la fría expresión del lobo con ella se suavizaba. Lo que le dolía aún más a Alejandra, ya que con ella e
De inmediato el líquido rojo fue llevado en un par de bolsas especiales a la habitación privada que la dulce Esmeralda ocupaba, ella hacía todo lo posible por ganar la simpatía del Alfa para que él decidiera hacerla su luna y desterrar a la inservible luna que tenía y que odiaba con todo su ser. Ella debía ser la reina de la manada Luna De Plata, nadie más que ella. — Aguanta un poco más, la sangre ya está aquí. — Fueron las palabras del imponente lobo. — Deberíamos parar Leonardo, quizás Alejandra ya no quiera darme mas su sangre, debemos comprenderla. — La loba se hacía la víctima para que el lobo se sintiera afligido y pensara que era bondadosa y amable. Cosa que estaba muy lejos de ser cierta. — No digas tonterías, no voy a dejarte morir, conseguiré la sangre que necesitas a costa de lo que sea... ¡Ustedes, apresurence a transfundirle las unidades! — Ordenaba el lobo. — ¡Enseguida Alfa! — Las enfermeras no eran capaces de llevarle la contraria a tan temible rey. El Al
RECUERDOS DE ALEJANDRA. FLASH BACK Esa noche el Alfa Leonardo Salvatore había bebido todo lo que encontró en el almacén de la manada para tratar de no escuchar ese llamado de pareja que lo atormentaba, su cuerpo ardía en deseos por tomar a su bella luna. Pero se había estado resistiendo luchando contra si mismo. Más sin embargo no pudo más y encaminó sus pasos hacia su habitación, Ale dormía con una transparente bata que dejaba al descubierto sus torneadas y blancas piernas, sus cabellos largos color chocolate adornaban las almohadas, su trasero redondo y perfecto sobresalía de la sábana que apenas la cubría. El Alfa salivó de deseo y lujuria, la verdad era que se moría por hacerla suya, por enterrarse entre sus piernas y probarla, quien se lo impedía después de todo, era su luna, su esposa, entró en su cama y comenzó a besarla, Alejandra quiso oponerse pero el hizo uso de su poder sobre ella. — ¡Tu Alfa te quiere, y te quiere ahora! — Se escuchó su voz acompañada de un
— ¡Tú loba desvergonzada! ¿Cómo te atreviste a envenenar tu sangre para que mi bella Esmeralda muriese? ¡Mereces que te mate yo misma, pero no te vas a salir con la tuya, ya lo verás! La madre de Esmeralda había levantado de la camilla a la débil luna, recién le habían quitado dos unidades de sangre, había vomitado la comida y sus cachorros la mantenían somnolienta, ella no estaba en condiciones de enfrentar a una feroz y cruel loba sin corazón que quería asesinarla. — ¡Déjeme en paz, yo no tengo nada que ver, no sé que pasó, Suéltame, me estás haciendo daño, y yo... Estoy embarazada, llevo a los cachorros del alfa en mi vientre! — ¡Eres una mentirosa, tu jamás vas a llevar a los cachorros del Alfa en tu cuerpo, te haré pagar tu atrevimiento maldita zorra! — La mujer sacó las garras para dar un zarpazo mortal a Alejandra, más en ese momento el mismo Alfa le detuvo la mano. — ¿Qué demonios crees que le estás haciendo a mi luna? — Los dientes y el asomo de los colmillos del f
El Alfa se encontraba en la habitación de su luna sentado en una silla incómoda mientras le transfundían a ella su sangre. En verdad esperaba que se recuperara. ñkñoñ — Hemos terminado Alfa, ya no podemos quitarle más o de lo contrario usted también correrá peligro, ahora solo queda esperar a que la reina reaccione favorablemente. — Está bien. No la descuiden ni un solo momento, quiero que haya alguien haciendo guardia las veinticuatro horas del día. Y que me avisen de cualquier cambio. El médico apenas iba a responder cuando el gran lobo se puso de pie y se desmayó, el había decidido dar lo más que pudiera de su sangre y ahora había quedado demasiado débil. — ¡Rápido, recojan al rey y acuéstenlo en esta camilla de aquí, se lo dije Alfa, pero usted es tan obstinado! — Los doctores de inmediato le pusieron una intravenosa con medicamentos especiales. Si se les moría el líder de la manada eran lobos muertos. Afortunadamente el rey se estabilizó pero no despertó por esa n