Después de maniobrar con todo lo que pudieron por unos cuantos minutos, por fin habían logrado estabilizar a Alejandra de nuevo. Ella seguía inconsciente, no se daba cuenta de nada, y ni siquiera habia podido ver a sus lobeznos nacer.
— ¡Pronto, saquemos al último cachorro, ruego a la diosa luna que nos lo deje con vida, ya pasó mucho tiempo y no se escuchan casi sus latidos!
El doctor hizo las maniobras para sacar a la criatura. Pero el lobezno de cabellos negros como el padre, el mismo tono de piel y las idénticas facciones del rey, no respondía a ningún estímulo.
— !El cachorro no responde, no respira, creo que lo hemos perdido! — El pediatra dentro de su control como medico estaba desesperado por hacer reaccionar al lobito.
— ¡Intenta con compresiones en el pecho, que no sean tan fuertes o le romperás las costillas!
— ¡Este cachorro está herido, creo que fue el que más golpes recibió con la caída de la luna, está... Muerto!
— ¡Cállate sigue intentando que vuelva,