La diosa luna no abandona a sus hijos.
El rey apenas estaba recuperando un poco el aliento, la verdad es que había quedado muy mal herido, había logrado matar a uno de los vampiros principales del clan, pero al parecer el costo seria su vida.
— !Leonardo...! — Angelino yacía en el suelo terroso con una gran herida en el abdomen. El Alfa sangraba profusamente, y estaba por ser asesinado por dos vampiros que reían con burla y maldad.
— ¡No sé atrevan a tocar a mi hermano, hijos de puta! — El rey apenas se podía sostener, pero aún así llegó hasta donde tenían acorralado a su segundo hermano.
Los vampiros lo veían venir, ellos podían sentir su poderosa aura a pesar de estar moribundo por tantas heridas que tenía en su cuerpo, no había un solo lugar en el que no hubiera sangre y la carne la tuviera al vivo.
Ellos pensaron que lo podían vencer, pero subestimaban la resistencia y perseverancia de un lobo, sobre todo de un Alfa rey. Esos dos miserables no vieron llegar su hora, Leonardo los arrastró por la tierra y lo