El sol del mediodía brillaba sobre la mansión en Cuba, filtrando sus rayos a través de los ventanales. Alicia Michelle se encontraba en la terraza, disfrutando de un desayuno tardío mientras terminaba su llamada con Marcus.
—Te llamaré más tarde, cariño —dijo con un suspiro—. Hoy ha sido un día tranquilo, lo cual es extraño con todo lo que está pasando.
Se despidió y dejó el teléfono a un lado, removiendo el café con indiferencia.
Sin embargo, algo en el ambiente la inquietaba.
Miró alrededor.
Faltaba alguien.
Katerina.
Era extraño que no estuviera allí a esa hora.
Desde que llegó a Cuba, la rusa se había mantenido en un estado de angustia constante, esperando cualquier noticia de Aaron. Normalmente, Katerina era la primera en aparecer en la mesa, aunque fuera solo para beber un poco de té.
Alicia Michelle pensó que tal vez había decidido dormir más.
—Déjala descansar —murmuró para sí misma, convencida de que no debía preocuparse.
Pero a medida que avanzaban las horas, la inquietud se