El frío de Rusia calaba hasta los huesos, pero el frío dentro de Katerina era mucho peor.
Habían pasado dos días desde que llegó a Moscú, dos días en los que no había hecho más que prepararse para lo peor. El grupo de Rustem estaba listo para moverse, pero aún no tenían una ubicación exacta de Aaron. Solo rumores, solo pedazos de información que los llevaban en círculos.
La desesperación comenzaba a carcomerla.
Cada noche, Katerina dormía solo un par de horas, atormentada por la misma imagen: Aaron, solo, golpeado, muriendo lentamente en alguna celda oscura mientras ella perdía el tiempo.
La voz de Vikram resonaba en su mente con una pesadilla.
"¿Crees que llegarás a tiempo?"
Se despertó en la madrugada con el corazón acelerado.
—No puedo esperar más.
Se levantó de golpe, sin importarle que su cuerpo estuviera agotado. Se puso el abrigo y salió al pequeño taller donde Rustem y su gente discutían un mapa, todos estaban dispuestos por ella, porque saben que Sergei fue leal a la Mafia si