Vanessa es la más pequeña de las Coldwell, se verá obligada a seguir el camino para el que fue educada, su familia no es una familia cualquiera, en su mayoría son mujeres, solo pertenece a ella un hombre, el hermano de Vanessa, Darius. Las mujeres de la familia Coldwell son entrenadas para ser excelentes amantes, y poder así enloquecer a los hombres, hombres que son elegidos cuidadosamente debido a diferentes razones, a las chicas les son entregadas diferentes misiones, pronto será el debut de Vane, su primer objetivo es alguien muy importante, un poderoso empresario, Dante Damasco, un atractivo hombre que pertenece a una familia de mafiosos italianos, radicados en Estados Unidos, ella tendrá que conquistarlo, enloquecerlo de amor y luego botarlo, así él pagará por todo lo que ha hecho en el pasado, ¿Podrá Vane lograrlo? Su prueba más fuerte será no enamorarse, y menos debe hacerlo en su primer trabajo, en está historia se tejerán una serie de intrigas en torno a ellos, nuestros protagonistas se verán inmersos en romanticismo, amor, odio, y mucha pasión, que no solo los involucraran a ellos, también a los otros integrantes de las familias Coldwell, y Damasco.
Leer másSeis meses después de la boda, las pequeñas Emma y Lily, gateaban bajo la mirada atenta de sus padres. Vanessa, con su bebé recién nacido en brazos, un niño al que llamaron Noah, sonreía desde la terraza. La vida, con sus altibajos, había encontrado un ritmo dulce. Las Coldwell y los Damasco, unidos por el amor y sus hijos, habían dejado atrás las sombras del pasado. Pero en las noches, cuando los niños dormían, las cuatro parejas encontraron momentos para revivir la chispa que los había unido, cada una a su manera, en la intimidad de sus habitaciones.Sarah y DiegoLa habitación de Sarah y Diego olía a vainilla, gracias a las velas que ella había encendido en la mesita de noche. Emma dormía profundamente en la habitación de al lado, y ellos, por fin, tenían una noche para sí mismos.Sarah, con un camisón negro que apenas cubría sus muslos, se acercó a Diego, que estaba sentado en el borde de la cama, todavía con la camisa desabotonada tras un largo día. Sus ojos se encontraron, y el
Al día siguiente por la mañana, Sarah y Katrina fueron dadas de alta del hospital, lucían aún pálidas por el esfuerzo del parto. Las Coldwell y los Damasco las acompañaron hasta la nueva casa, la abuela Greta, había insistido en que volvieran a la mansión Coldwell.—Es lo mejor para las niñas.Vanessa, fue quien respondió.—No, abuela, esta es nuestra casa ahora. No volveremos a vivir bajo tus reglas.Greta frunció el ceño, pero no insistió, las chicas habían cambiado; Ya no eran las marionetas de la tradición Coldwell, los Damasco, por su parte, llenaron la casa con ramos de rosas en tonos rosas, y blancas. En un intento por mejorar las cosas con las madres de sus hijas. Diego y Daniel, no se separaban de Emma y Lily, mirándolas como si temieran que desaparecieran. Dante y David, en cambio, eran conscientes de que Vanessa y Marianne aún no los querían cerca.Vanessa, en particular, evitaba a Dante, cada vez que él intentaba hablarle, ella desviaba la mirada, cruzándose de brazos. P
Dos semanas después, las chicas Coldwell se encontraban comprando algunas cosas para decorar las habitaciones de sus pequeños en su nueva casa. Habían elegido una casa hermosa en las afueras de la ciudad, con habitaciones suficientes para los pequeños y todas las chicas, con un enorme jardín al frente. En la tienda elegían algunos móviles y mantas que les hacían falta, de pronto, Sarah y Katrina se doblaron, llevándose las manos al vientre, mientras una mueca de dolor se reflejaba en sus rostros.—¡Ay, no! —gimió Sarah, apoyándose en un estante.Katrina, con los dientes apretados, maldijo debido al gran dolor que sentía.—Es ahora, maldita sea.Vanessa y Marianne reaccionaron rápido, dejando caer las cosas que llevaban. Cada una tomó a una de sus primas por el brazo y las guiaron al auto, ante la mirada de clientes sorprendidos. El trayecto al hospital fue un caos: Vanessa conducía a toda velocidad mientras Marianne, en el asiento trasero, intentaba calmar a Sarah y Katrina, que gemí
Dante observaba a Vanessa, embelesado, no podía evitarlo, era hermosa, siempre lo había sido, pero ahora, sabiendo que llevaba a su hijo en el vientre, Dante la veía diferente. Había algo en ella, una especie de brillo que resaltaba su belleza y lo dejaba sin palabras.Se quedó mirándola, nervioso, con el corazón latiendo acelerado.—Vanessa —logró murmurar Dante, dando un paso hacia ella.Ella apretó la carpeta contra su pecho y retrocedió un poco. —Dante, yo… solo vine a recoger unas cosas y a dejar mi renuncia.Él asintió, tratando de parecer calmado aunque por dentro estaba hecho un lío. —Sí, claro. Pero… ¿podemos hablar un momento? En mi oficina, por favor.Vanessa dudó, mordiéndose el labio. Finalmente, asintió. —Está bien.Caminaron en silencio hasta la oficina de Dante. Él cerró la puerta detrás de ellos y se apoyó en el borde del escritorio, mientras ella se sentaba en una silla, mirándolo con cautela.—Vanessa, sé que lo nuestro está roto después de todo lo que pasó —empez
Las chicas Coldwell se hospedaron en un hotel en Palermo, Katrina, Sarah, Vanessa, Marianne y Tanya, esa noche no pudieron dormir, la pasaron llorando, sentían herida el alma, la decisión de ser sincera con los Damasco les estaba cobrando una factura cara.Katrina se sentó en la cama, con la cara hinchada, tenía los ojos enrojecidos por el llanto, se le quedó viendo a Vanessa, que estaba acurrucada contra la pared.— ¿Vas a tener al bebé? —preguntó, tratando de saber que es lo que haría Vanessa ahora que pensaba que no contaría con el apoyo de Dante, Vanessa era muy joven después de todo.Vanessa se secó las lágrimas con la mano.—Claro que sí —dijo, decidida— sea niño o niña, no voy a dejar que me lo quiten.Se tocó el vientre aún plano.—Voy a hablar con Darius, él me va a ayudar a proteger a mi pequeño.Sarah se acercó y le agarró la mano.—Cuenta con nosotras también, no estás sola en esto.Marianne, conmovida, también se acercó a Vanessa.—Te amamos, Vanessa, siempre vamos a esta
La villa Damasco estaba en silencio después del funeral de Donatello. Claire, agradeció a las Coldwell.—Gracias por venir —dijo, con la voz apagada— no sé cómo hubiera pasado esto sin ustedes.Miró a Tanya y Dina, abrazadas, todavía le costaba aceptarlas, pero algo en su corazón se ablandó.—Voy a intentar entenderlas —prometió— por Dina por lo que queda de nosotros.Greta asintió, con una mirada seria. —Hemos perdido mucho, es hora de dejar el odio atrás.Celine, Constanza y Caroline murmuraron de acuerdo. Darius y Kassandra, callados, observaban desde un lado.Vanessa, Sarah, Katrina, Marianne y Tanya querían quedarse. No podían dejar a los Damasco solos.Greta las miró, con gesto serio.—Las quiero a todas en Nueva York, en la mansión Coldwell, tenemos que hablar.Vanessa se puso nerviosa, no sabía lo que la abuela les diría.—Iremos, abuela, pero primero, dejemos que los chicos se repongan un poco.Sarah, Katrina y Marianne asintieron, Tanya apretó la mano de Dina, no la dejarí
Darius llegó ya casi al amanecer, con Kassandra a su lado, sintió un nudo en el pecho al ver a Dina y Tanya. Sus abrazos, su dolor compartido, le recordaban lo que él nunca tuvo.Andrea no se despegaba de él. Su mano apretaba la suya, como si temiera que se rompiera, Darius bajó la mirada, no volteó a verla, no podía.El funeral de Dionisio Damasco comenzó al mediodía, los hermanos Damasco cargaron el ataúd. Claire lloraba en silencio, sostenida por Donatello.Dina sollozaba, aferrada a Tanya, su dolor era inmenso, nadie podía consolarla.Al otro lado del cementerio, el funeral de Vitto Santori también se llevaba a cabo, los Santori, tampoco quisieron esperar, así que movieron sus contactos, pagaron sobornos. El cuerpo de Vitto fue liberado rápido, como el de Dionisio.Dos familias, dos ataúdes, dos duelos, cuando los sepelios terminaron, los Damasco y los Santori se cruzaron en la salida. El aire se volvió denso.Arien Santori, con los ojos rojos de furia, caminaba al frente. Su madre
Donatello se arrodilló junto a su padre, lo abrazó con fuerza, mientras las lágrimas mojaban su rostro, siempre fue el hijo rebelde, el que peleaba con Dionisio. El que se iba por meses, huyendo de reglas.Ahora, con su padre inmóvil, lo entendió, la familia era todo. Lo demás no valía nada, su odio por Dante, su obsesión con Vanessa, todo parecía inútil ante esta pérdida.Dionisio siempre quiso unirlos. “La sangre es lo primero”, decía. Donatello apretó los dientes, arrepentido, recordó una tarde con su padre, pescando en el muelle. Dionisio le enseñó a ser paciente, él no escuchó.Claire lloraba, aferrada a la mano de Dionisio. De pronto, sus ojos se cerraron, se desmayó.Los guardias corrieron a ayudarla, alguien gritó que llamarán a un médico. Donatello no se movió, perdido, los paramédicos llegaron rápido, revisaron a Dionisio. Confirmaron lo peor, estaba muerto.Claire fue llevada a una habitación, aún inconsciente. Donatello se quedó solo, rodeado de aquel caos.Intentó llamar
Vitto Santori voló a Sicilia, estaba decidido a enfrentarse a Dionisio Damasco, el padre de Dante, y exigirle que su hijo devolviera a Vanessa sana y salva. No le importaba si tenía que gritar, amenazar o disparar. Su hija era lo primero, y ningún Damasco lo detendría. En el avión, Vitto apretaba los puños, recordando el momento en que supo que Vanessa y Darius eran sus hijos. Había perdido años con ellos, y ahora, saber que Vanessa estaba con Dante lo ponía enfermo.Donatello también tomó un vuelo a Sicilia, consumido por la furia. La boda arruinada fue una humillación pública, sus socios murmuraban, los medios no paraban de hablar. Buscaría en Sicilia, si no los encontraba viajaría a Procida, sus hombres buscaban cualquier pista. Donatello no solo quería recuperar a Vanessa; quería destruir a Dante, en el avión, miraba por la ventana, planeando cada movimiento con frialdad.En la mansión Coldwell, el ambiente era un caos, Greta Coldwell, Celine, Constanza y Caroline estaban pegada