Vanessa es la más pequeña de las Coldwell, se verá obligada a seguir el camino para el que fue educada, su familia no es una familia cualquiera, en su mayoría son mujeres, solo pertenece a ella un hombre, el hermano de Vanessa, Darius. Las mujeres de la familia Coldwell son entrenadas para ser excelentes amantes, y poder así enloquecer a los hombres, hombres que son elegidos cuidadosamente debido a diferentes razones, a las chicas les son entregadas diferentes misiones, pronto será el debut de Vane, su primer objetivo es alguien muy importante, un poderoso empresario, Dante Damasco, un atractivo hombre que pertenece a una familia de mafiosos italianos, radicados en Estados Unidos, ella tendrá que conquistarlo, enloquecerlo de amor y luego botarlo, así él pagará por todo lo que ha hecho en el pasado, ¿Podrá Vane lograrlo? Su prueba más fuerte será no enamorarse, y menos debe hacerlo en su primer trabajo, en está historia se tejerán una serie de intrigas en torno a ellos, nuestros protagonistas se verán inmersos en romanticismo, amor, odio, y mucha pasión, que no solo los involucraran a ellos, también a los otros integrantes de las familias Coldwell, y Damasco.
Leer másLa reunión familiar estaba en todo su apogeo en el lujoso jardín de la mansión Coldwell, Vanessa escuchaba horrorizada como sus primas se vanagloriaban de sus proezas sexuales al lado de hombres casados.
Hombres a los que se encargaban de enloquecer de deseo, y que después de un tiempo botaban como trapo viejo, pero no sin antes provocar que se divorciaran de sus esposas, eso solo lo hacían porque les parecía divertido, era un plus que agregaban a su trabajo.
—¿Se enteraron de la última noticia del medio? Sara ha logrado que Michael se divorcie de Mónica, esa actriz de quinta ha obtenido su merecido, y lo mejor es que nuestra querida prima está por dejar con un palmo de nariz al tipo. —Marianne disfrutaba al contar las primicias.
—Eso quiere decir que nuestra hermosa prima pronto cambiará de objetivo, sí lo ha obligado a divorciarse, es porque se ha aburrido, él hombre ya no despierta sus deseos, eso les pasa a los hombres por ceder a sus bajos instintos. —Katrina conocía muy bien a Sara, debido a eso podía adivinar perfectamente su comportamiento.
Vanessa observaba a una y otra chica, sin atreverse a abrir la boca, a ella no le gustaba la manera en la que se comportaba su familia, su abuela, su madre, y sus tías eran de ideas liberales, las chicas, de ellas habían aprendido que los hombres solo servían para dos cosas, para la cama y para exprimirlos del bolsillo.
Elegían a sus víctimas con cuidado, investigaban muy bien sobre ellos, tenían un código implícito, solo se acercaban si el hombre y su esposa se lo merecían, en el ambiente millonario había muchas parejas a las que consideraban basuras, en algunas ocasiones, mujeres despechadas se acercaban a ellas para pedirles ayudarlas en su venganza, solo aceptaban después de estudiar detalladamente el caso.
Ninguna de las chicas tenía hijos, ni pensaban tenerlos hasta que llegara el tiempo en que debieran hacerlo, querían viajar y disfrutar de sus cuerpos, todas eran voluptuosas, muy bellas físicamente debido a las costosas cirugías que habían pagado sus continuos amantes.
La mansión Coldwell, propiedad de la madre de Vanessa, era el lugar de constantes reuniones, a más de uno le llamaba la atención ver llegar flamantes autos de los que bajaban hermosas mujeres.
—Vane, es hora de que te enseñemos lo que hemos aprendido a través de los años, nuestros numerosos amantes han sido excelentes maestros en cuanto al sexo, empezaremos las clases la semana que viene, ya sabes que es deber de las más experimentadas entrenar a las más pequeñas, has cumplido los dieciocho, ya es tiempo.
—¡Por Dios! Tan solo escuchense, ¿Están hablando en serio? —Vanessa se atrevió a hablar, se sentía molesta, sus primas querían decidir sobre ella.
—Más en serio que nunca, preciosa, hemos hablado con tu madre, ella está totalmente de acuerdo, debes de prepararte para aprovechar tu cuerpo, no permitiremos que te enamores para que un hombre venga a burlarse de ti, te use, y luego te bote. —Katrina no permitiría eso, de ningún modo lo haría.
—Esperen, chicas, después hablaremos sobre eso, tengo que terminar de contarles lo que ha pasado con nuestra prima y Michael, que sí no se los cuento me come la lengua. —Marianne se sentía ansiosa por terminar de contarlo.
—Vale, pues, te escuchamos. —Katrina movió la cabeza de un lado a otro, Marianne no tenía remedio.
—Sara le dio a Michael el ultimátum sobre el divorcio, o se lo pedía a su esposa, o tendría que olvidarse de ella, él prometió buscar el mejor momento, pero nuestra prima, que ya está loca por batearlo, investigó qué día acudiría Michael al club con su esposa, él al verla la siguió hasta el baño, previamente ella lo había mandado a llamar con un empleado, y de la misma forma envió una nota a su esposa.
—¿No me digas que los encontró juntos? —Vane no pudo evitar preguntar, también era curiosa.
—Justo eso, la mujer entró al vestidor, encontró al esposo disfrutando de los pechos de Sara, nuestra prima tenía sus tremendos bombones al descubierto.
—Ese hombre, al ver a su esposa, ha de haber sentido que su manzana de Adán saldría corriendo, ja, ja, ja. —Katrina definitivamente odiaba a los hombres, aunque disfrutaba de ellos.
—Sara pidió a una de sus amigas que se escondiera y grabara el momento, en cuanto me envie el video se los muestro.
—No deberían de disfrutar del sufrimiento ajeno. —Vane pensaba que tarde o temprano a sus primas se les regresaría todo el mal que habían hecho.
—Mejor calla pequeña y dejanos disfrutar de esto, imaginate, Michael le pidió el divorcio a la mujer ahí mismo, ella salió de ahí corriendo, Sara me llamó en la mañana, Mónica ha puesto la demanda de divorcio, a Michael se le subió la hombría hasta el cuello cuando vio todo lo que la actriz de cuarta le está pidiendo.
—Ufff no tarda en salir todo eso en los medios, a Mónica le convendría, quedaría como la pobre mujer engañada por su esposo, intentará poner a Sara por los suelos. —Katrina se preocupó por lo que podría suceder a su prima.
—Ahí es dónde entraremos nosotros, le haremos saber que sí se atreve, publicaremos en todas las redes sociales lo que ha estado haciendo, se arrepentirá de dársela de santa, mientras llegó hasta dónde está destruyendo matrimonios, es una trepadora con sueldo, aparentemente la mujer está destrozada, no contaba con esto, fuera de que es infiel, Michael es un bombón tremendo, y Mónica debió prever que esto terminaría sucediendo, recuerden que nosotros no nos acercamos a hombres feos, guapos y millonarios es nuestro lema, ellos son nuestro más preciado trofeo.
—Volviendo a lo tuyo querida Vane, hemos estado viendo varios prospectos, estudiamos con cuidado quién será digno de recibir tu desprecio una vez que lo tengas comiendo de tu mano, cómo será el hombre que te desvirgu*, tiene que ser muy guapo e interesante, todo un adonis, así podrás disfrutarlo, también será tu prueba de fuego, el reto que tendrás, será evitar enamorarte.
Vanessa las escuchaba con los ojos bien abiertos, ella soñaba con entregar su primera vez en un ambiente romántico al hombre de sus sueños, y ahí estaban sus primas eligiendo quién sería el primero.
Su familia era diferente, la más diferente de todas, pensaba poner a sus primas en su lugar, pero su madre se acercó en ese momento, Celine era una rubia preciosa, de enormes ojos azules y bien formado cuerpo, las mujeres Coldwell parecían comerse los años, no pasaban por ellas, era como si a cierta edad, el tiempo se detuviera.
—¿Ya le han contado? Espero que sí, pronto será tu debut, hija, tendrás que enorgullecernos, eres la más pequeña de todas, así que espero mucho de ti, no me defraudes, mañana habrá reunión formal aquí en la mansión, vendrán todas y elegiremos tu suerte.
—Tendremos que hacer una gran fiesta, por fin serás una de nosotras, dejarás de ser virg*n, eso nos estorba, no tienes que preocuparte, todas vamos a cuidarte. Katrina era protectora con todas, de las chicas era la mayor, una auténtica perr* cuando alguien intentaba hacerles daño, que era muy común en el ambiente de lo que ellas consideraban trabajo.
—Tendrás tu primer trofeo, hija. —Las mujeres Coldwell celebraban cada que alguna de ellas cumplía con su trabajo, al finalizarlo, le entregaban un trofeo dorado, era de oro puro, con un pequeño diamante al frente.
—Pronto tendrás tantos trofeos como nosotras, eres muy bella, lograrás lo que te propongas, solo no seas tonta. —Aconsejó Marianne, la chica se sentía orgullosa de todos los trofeos que había ganado, era como si las Coldwell tuvieran una silenciosa competencia entre ellas.
—Mamá, no quiero hacerlo, deseo estudiar, enamorarme, tal y como las mujeres normales lo hacen.
—No me desafíes, Vanessa, eres una Coldwell, y como tal has de comportarte, sabes que o estás con nosotras o del otro lado, y no permitiré que seas de las tontas que sufren, yo ya lo fui con tu padre.
Vanessa decidió guardar silencio, le convenía no desafiar a su madre, se alejó de ahí aguantando las lágrimas que amenazaban con traicionarle, corrió hasta la recámara de su abuela, y se refugió entre sus brazos.
—Abuela, ¿Por qué es así mi madre?
—Hija, está tradición la empezamos hace varias generaciones, tres para ser exacta, éramos mujeres sufridas y engañadas, pero a diferencia de ustedes, ya teníamos hijos, por fortuna también mujeres, tus primas nacieron porque sus madres, como todas las Coldwell, a cierta edad deben de embarazarse, sí alguna tiene un hijo varón, será dado en adopción, ahora es mucho mejor, porque pueden llevar un tratamiento que asegura que tendrán mujeres, tu madre era como tú, soñadora y romántica, y tu padre terminó engañandola, fue así como aceptó unirse a nosotras, con la condición de que aceptaramos a tu hermano, él es el único hombre en la familia Coldwell, ustedes como todos los integrantes de esta familia, llevan solo el apellido de tu madre, el trabajo que tiene tu hermano es procrear, procrear sin casarse.
Vanessa lo sentía mucho por su hermano, tenía sobre sus hombros una carga grande, también tenían su vida planeada, ellas elegirían a la mujer ideal para que tuviera hijos, pero sin enamorarse, por lo pronto, aún era joven, lo habían enviado a estudiar y a prepararse, ya había cumplido 24 años, tiempo de que regresara y empezará a trabajar junto a ellas, solo que el objetivo de él serían mujeres.
Menuda vida les había tocado, Vane era un mar de nervios, en la próxima reunión decidirían su suerte, quería desaparecer, esconderse, suspiró profundamente antes de quedarse profundamente dormida al lado de su abuela, mientras el día llegaba, ella seguiría soñando con conocer al hombre de sus sueños y enamorarse.
Seis meses después de la boda, las pequeñas Emma y Lily, gateaban bajo la mirada atenta de sus padres. Vanessa, con su bebé recién nacido en brazos, un niño al que llamaron Noah, sonreía desde la terraza. La vida, con sus altibajos, había encontrado un ritmo dulce. Las Coldwell y los Damasco, unidos por el amor y sus hijos, habían dejado atrás las sombras del pasado. Pero en las noches, cuando los niños dormían, las cuatro parejas encontraron momentos para revivir la chispa que los había unido, cada una a su manera, en la intimidad de sus habitaciones.Sarah y DiegoLa habitación de Sarah y Diego olía a vainilla, gracias a las velas que ella había encendido en la mesita de noche. Emma dormía profundamente en la habitación de al lado, y ellos, por fin, tenían una noche para sí mismos.Sarah, con un camisón negro que apenas cubría sus muslos, se acercó a Diego, que estaba sentado en el borde de la cama, todavía con la camisa desabotonada tras un largo día. Sus ojos se encontraron, y el
Al día siguiente por la mañana, Sarah y Katrina fueron dadas de alta del hospital, lucían aún pálidas por el esfuerzo del parto. Las Coldwell y los Damasco las acompañaron hasta la nueva casa, la abuela Greta, había insistido en que volvieran a la mansión Coldwell.—Es lo mejor para las niñas.Vanessa, fue quien respondió.—No, abuela, esta es nuestra casa ahora. No volveremos a vivir bajo tus reglas.Greta frunció el ceño, pero no insistió, las chicas habían cambiado; Ya no eran las marionetas de la tradición Coldwell, los Damasco, por su parte, llenaron la casa con ramos de rosas en tonos rosas, y blancas. En un intento por mejorar las cosas con las madres de sus hijas. Diego y Daniel, no se separaban de Emma y Lily, mirándolas como si temieran que desaparecieran. Dante y David, en cambio, eran conscientes de que Vanessa y Marianne aún no los querían cerca.Vanessa, en particular, evitaba a Dante, cada vez que él intentaba hablarle, ella desviaba la mirada, cruzándose de brazos. P
Dos semanas después, las chicas Coldwell se encontraban comprando algunas cosas para decorar las habitaciones de sus pequeños en su nueva casa. Habían elegido una casa hermosa en las afueras de la ciudad, con habitaciones suficientes para los pequeños y todas las chicas, con un enorme jardín al frente. En la tienda elegían algunos móviles y mantas que les hacían falta, de pronto, Sarah y Katrina se doblaron, llevándose las manos al vientre, mientras una mueca de dolor se reflejaba en sus rostros.—¡Ay, no! —gimió Sarah, apoyándose en un estante.Katrina, con los dientes apretados, maldijo debido al gran dolor que sentía.—Es ahora, maldita sea.Vanessa y Marianne reaccionaron rápido, dejando caer las cosas que llevaban. Cada una tomó a una de sus primas por el brazo y las guiaron al auto, ante la mirada de clientes sorprendidos. El trayecto al hospital fue un caos: Vanessa conducía a toda velocidad mientras Marianne, en el asiento trasero, intentaba calmar a Sarah y Katrina, que gemí
Dante observaba a Vanessa, embelesado, no podía evitarlo, era hermosa, siempre lo había sido, pero ahora, sabiendo que llevaba a su hijo en el vientre, Dante la veía diferente. Había algo en ella, una especie de brillo que resaltaba su belleza y lo dejaba sin palabras.Se quedó mirándola, nervioso, con el corazón latiendo acelerado.—Vanessa —logró murmurar Dante, dando un paso hacia ella.Ella apretó la carpeta contra su pecho y retrocedió un poco. —Dante, yo… solo vine a recoger unas cosas y a dejar mi renuncia.Él asintió, tratando de parecer calmado aunque por dentro estaba hecho un lío. —Sí, claro. Pero… ¿podemos hablar un momento? En mi oficina, por favor.Vanessa dudó, mordiéndose el labio. Finalmente, asintió. —Está bien.Caminaron en silencio hasta la oficina de Dante. Él cerró la puerta detrás de ellos y se apoyó en el borde del escritorio, mientras ella se sentaba en una silla, mirándolo con cautela.—Vanessa, sé que lo nuestro está roto después de todo lo que pasó —empez
Las chicas Coldwell se hospedaron en un hotel en Palermo, Katrina, Sarah, Vanessa, Marianne y Tanya, esa noche no pudieron dormir, la pasaron llorando, sentían herida el alma, la decisión de ser sincera con los Damasco les estaba cobrando una factura cara.Katrina se sentó en la cama, con la cara hinchada, tenía los ojos enrojecidos por el llanto, se le quedó viendo a Vanessa, que estaba acurrucada contra la pared.— ¿Vas a tener al bebé? —preguntó, tratando de saber que es lo que haría Vanessa ahora que pensaba que no contaría con el apoyo de Dante, Vanessa era muy joven después de todo.Vanessa se secó las lágrimas con la mano.—Claro que sí —dijo, decidida— sea niño o niña, no voy a dejar que me lo quiten.Se tocó el vientre aún plano.—Voy a hablar con Darius, él me va a ayudar a proteger a mi pequeño.Sarah se acercó y le agarró la mano.—Cuenta con nosotras también, no estás sola en esto.Marianne, conmovida, también se acercó a Vanessa.—Te amamos, Vanessa, siempre vamos a esta
La villa Damasco estaba en silencio después del funeral de Donatello. Claire, agradeció a las Coldwell.—Gracias por venir —dijo, con la voz apagada— no sé cómo hubiera pasado esto sin ustedes.Miró a Tanya y Dina, abrazadas, todavía le costaba aceptarlas, pero algo en su corazón se ablandó.—Voy a intentar entenderlas —prometió— por Dina por lo que queda de nosotros.Greta asintió, con una mirada seria. —Hemos perdido mucho, es hora de dejar el odio atrás.Celine, Constanza y Caroline murmuraron de acuerdo. Darius y Kassandra, callados, observaban desde un lado.Vanessa, Sarah, Katrina, Marianne y Tanya querían quedarse. No podían dejar a los Damasco solos.Greta las miró, con gesto serio.—Las quiero a todas en Nueva York, en la mansión Coldwell, tenemos que hablar.Vanessa se puso nerviosa, no sabía lo que la abuela les diría.—Iremos, abuela, pero primero, dejemos que los chicos se repongan un poco.Sarah, Katrina y Marianne asintieron, Tanya apretó la mano de Dina, no la dejarí
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