Esa mañana, Gracia había decidido visitar a su abuela. Justo cuando se despedía de ella, sintió la vibración del teléfono en su bolsillo.
Era un mensaje de un número desconocido, no estaba registrado en su nueva línea. Al abrirlo, apareció una imagen acompañada de un texto:
«Ahora somos una familia feliz, sin ti».
Era la foto de Mariana junto a Fernando y el bebé.
Gracia apenas esbozó una ligera sonrisa en la comisura de los labios y volvió a guardar el teléfono. Ni siquiera la curiosidad la empujó a observarla por más de un segundo.
Al salir de la habitación, los médicos le informaron que su abuela debía continuar con un tratamiento aún más intensivo. Si funcionaba, podría recuperarse pronto y volver a casa, pero eso implicaba dinero.
Con los ahorros prácticamente agotados y sin empleo, Gracia no tuvo más opción que recurrir a la tarjeta que Maximilien le había dado como pago por su retrato.
Se acercó al cajero, ingresó la clave y, al ver la cifra reflejada en el saldo, abrió los ojo