EPILOGO FINAL.
Hasta la otra vida
Habían pasado muchos años. El tiempo, con sus arrugas y silencios, había marcado los rostros de Gracia y Maximilien, pero no había podido quebrar lo esencial: la fuerza de un amor que había sobrevivido a traiciones, miedos, fugas, cárceles y pérdidas. La vida los había llevado lejos de todo lo que alguna vez los hirió. Sus hijos crecieron, Hope —la mayor— se encargó de los negocios con firmeza y ternura, y los demás hermanos formaron un imperio aún más grande que el que Maximilien había levantado. Maximilien y Gracia, por fin podían descansar.
Los demás, cada uno había recibido lo que merecía. Fernando, condenado a años de cárcel, pasó sus últimos días consumido por sus propias decisiones, apenas cumplió su condena, la vida le dio otra oportunidad, y como siempre, la perdió, condenándose a vivir solo en amargura. María no resistió ni una década tras las rejas y murió sin reconciliación. Lauren, cumplida su condena, no encontró más que la rutina gris de trabajar en