Después de que Fernando fue atrapado, las cosas parecían marchar mejor. Gracia y Maximilien decidieron no abandonar el país, al menos no hasta que el juicio en su contra terminara. Querían ver con sus propios ojos cómo ese hombre pagaba por cada segundo de sufrimiento que les había causado.
En la compañía, los días se mantenían en orden… salvo por la presencia de Lauren y María. Desde que aceptaron aquellos trabajos, Gracia había sospechado que no durarían mucho. Y sus sospechas comenzaron a confirmarse una mañana en que cruzó el lobby y vio la recepción vacía. El escritorio donde debería estar Lauren estaba desierto, y por supuesto, María tampoco había aparecido.
Gracia frunció el ceño, sacudiendo la cabeza. Iba a llamar a Recursos Humanos de inmediato para cancelar los contratos de esas dos parásitas, cuando la puerta principal se abrió con un golpe de viento.
Allí estaban: Lauren y María, empapadas hasta los huesos, con la ropa pegada al cuerpo, congeladas por el aguacero que había