El pasillo que conectaba el comedor con el ala norte de la mansión estaba en penumbra, iluminado solo por las luces suaves que colgaban de los muros. Noah e Isabelle caminaban juntos, su paso tranquilo, el brazo de ella enlazado con el de él. Habían dejado atrás la tensión del comedor, intentando recuperar algo de calma.
James apareció al final del pasillo, con el rostro serio pero los ojos atentos. Al verlos, se detuvo un instante, luego caminó hacia ellos.
—Noah —dijo, con voz firme pero cálida.
Noah soltó el brazo de Isabelle y se acercó. James lo abrazó con fuerza, sin reservas.
—Felicidades por el compromiso. Me alegra por ti.
Noah respondió el abrazo con sinceridad.
—Gracias, hermano. De verdad.
Se separaron, y Noah lo miró con curiosidad.
—¿Ya te vas?
James negó con suavidad.
—No exactamente. Voy a mi estudio. Lo siento, pero no puedo seguir en esa mesa con Gregory ahí.
Noah asintió, comprensivo.
—Lo entiendo. No tienes que disculparte.
Isabelle lo mir