La mansión Moore estaba en silencio cuando llegaron. El cielo comenzaba a aclararse, pero el aire seguía frío, como si el mundo aún no supiera que habían sobrevivido.
Beatrice los esperaba en la entrada. Al ver a Isabelle, caminó hacia ella con los brazos abiertos, envolviéndola en un abrazo cálido.
—Estás a salvo… —susurró, con alivio.
Pero en cuanto vio a Noah, con el rostro marcado y la pierna aún resentida, se soltó de Isabelle y caminó directo hacia él.
—Noah… —dijo, con la voz quebrada.
Él intentó sonreír, pero solo logró asentir. Beatrice lo tomó del brazo con delicadeza y lo acompañó hacia el interior, sin soltarlo.
James, mientras tanto, llevó a Isabelle a su habitación. Abrió la puerta y la dejó pasar primero. Ella caminó despacio, como si el cuerpo aún no supiera que estaba en casa.
James cerró la puerta detrás de ellos.
—Dime qué tienes —dijo, con voz suave.
Isabelle se sentó en el borde de la cama, aún envuelta en el abrigo.
—Todo lo que pasó… aún lo e