El bar estaba envuelto en una penumbra elegante, con música suave y un aroma a whisky añejo y madera pulida. Las lámparas de luz dorada iluminaban el reservado donde estaban todos sentados, una gran mesa semicircular con vista al escenario, aunque ninguno prestaba atención a la banda en vivo.
Camille giró la copa de martini entre los dedos y dijo con una sonrisa traviesa:
—Propongo un juego… “Verdad, Reto o Elección”.
Marcus rió.
—Suena a campamento de verano, pero con alcohol.
—Exacto —replicó Camille—. Solo que aquí podemos hacer las preguntas y retos… un poquito más interesantes.
Entre miradas cruzadas y un par de bromas, todos aceptaron. La primera en perder una ronda —por un mal movimiento en el blackjack improvisado que jugaban— fue Isabelle.
Camille sonrió como si lo hubiera planeado:
—Verdad, reto… o elección.
Isabelle dudó unos segundos, consciente de que cualquier opción podía volverse en su contra.
—Elección.
Sophie, recostada junto a James, inclinó la cabeza co