Florencia – Villa segura – Atardecer
Las cortinas blancas bailaban con la brisa suave que entraba por los ventanales abiertos. Arianna reposaba en el diván, vestida con un vestido ligero de lino marfil que dejaba ver su figura de madre en formación. Nonna Vittoria se acercó despacio, llevando consigo una bandeja con té de flores secas. Se sentó a su lado sin decir palabra, y posó la mirada sobre el vientre redondeado de Arianna.
—¿Puedo? —preguntó suavemente.
Arianna asintió. Nonna extendió sus manos con delicadeza reverencial y las colocó sobre el vientre. Hubo un momento de silencio… y luego, un leve movimiento.
—Madonna santa… —susurró Nonna—. Se están haciendo sentir…
Una sonrisa húmeda de emoción cruzó su rostro curtida. Las lágrimas brillaban en sus ojos, pero no caían.
—Van a ser fuertes. Lo siento. Son como su padre. Y como tú —dijo, mirando a Arianna.
La joven bajó la vista, tocando la mano de la anciana.
—A veces tengo miedo. De no estar lista. De fallarles.
Nonna le acarici