Capítulo 55 – El eco de Nápoles.
POV Martina
La noche anterior fue un desfile de imágenes que se negaban a desvanecerse: Santiago sonriendo junto a Manuela —a quien él ahora llama Bella, según los informes preliminares—, sus dedos entrelazados como si nunca hubieran estado en los míos; y la carpeta de Adrián, repleta de documentos que olían a traición y a sangre seca. Dormí a ratos, despertando cada vez con el corazón en la garganta, como si el aire mismo me recordara que cada segundo lejos de él era una grieta más en mi alma. La ira era un latido constante, pero debajo latía una inquietud que me carcomía: ¿y si, al recuperarlo, ya no era mío?
A las ocho en punto crucé la puerta de mi oficina en la torre Montero, el taconeo de mis pasos resonando como un tambor de guerra. El café humeante en mi mano era lo único que me mantenía erguida. Dante irrumpió sin tocar —su costumbre, su sello—, seguido de Marcela.
—Todo el equipo está listo —anunció Dante, dejando caer una carpeta sobre mi escritorio con la precisión de un f